CRONICA del CONCIERTO de THE FUZZTONES + THE SMOGGERS en SEVILLA / Achtung!

 


The Fuzztones + The Smoggers en Sala X : lleno absoluto, sudor y cerveza caliente

por Pack Serran | Oct 20, 2025

En una noche de calor, pelusas y cuero en la Sala X. The Smoggers y The Fuzztones convirtieron Sevilla en un garito de mala muerte donde el fuzz fue ley y la actitud provocadora, virtud.

The Smoggers: jugando en el sótano de casa

Nativos sevillanos y con más de una década de garaje en las venas, The Smoggers salieron a escena conociendo bien el terreno: con la seguridad de quien ha ensayado en locales de barrio a cuatro calles de distancia y ha sudado en cada tasca del circuito local. Aquí no había “turistas” del fuzz: era público de casa, entregado desde el primer acorde.

El arranque fue contenido, casi en clave rock clásico, como si estuvieran calibrando el voltaje. Pero bastaron tres temas para que el punk garajero tomara el mando. “Tu Maldad” y “Drácula is Alone” marcaron el viraje: riffs afilados, actitud desafiante y una energía que se volvió colectiva. El setlist fue una mezcla explosiva de temas de toda la vida como “Fuzz Me in the Cave”, “Mr. Jekyll & Hyde” o “Bikers in Hell”, y un par de temas nuevos del disco que venían a presentar: Fuzz From the Crypt, que suena a declaración de principios desde el subsuelo.

Cada canción era un guiño al imaginario Smogger: monstruos, cavernas, traiciones, motos infernales. “Hang Up” y “You Got It” hicieron temblar las paredes, y “It’s Too Late” sonó como un epitafio garajero. El cierre, con “No quiero gente fea”, fue una provocación directa dedicada con sorna a los políticos. El público, encantado, respondió con gritos, saltos y puños en alto.

The Fuzztones: misa negra psicodélica

Y entonces, Rudi Protrudi. La voz. La pose. La presencia sobre el escenario. Desde el primer acorde, la Sala X se convirtió en un templo del garaje psicodélico. “Blues Theme” abrió el ritual con una pegada que olía a cuero viejo, gasolina y vinilo maltratado. La batería sonaba como si Grand Funk Railroad se hubiera metido en una pelea con los Sonics, y la voz de Protrudi —áspera, cavernosa, casi profética— nos arrastraba por un túnel de distorsión sin salida.

“Radar Eyes” y “Bad News Travels Fast” fueron como dos puñetazos en el esternón, y “1-2-5” nos hizo saltar como posesos. Pero el momento más icónico llegó con “Ward 81”: Marco Rivagli tocando la batería de pie, Rudi en trance con la mirada perdida, y en el ambiente ese aire de manicomio garajero que solo los Fuzztones saben invocar. Era como ver a Lux Interior reencarnado en un predicador de la Velvet Underground.

El setlist fue una clase magistral de fuzz psicodélico: “Highway 69”, “Just Once”, “Brand New Man”, “Gotta Get Some”, “Hallucination Generation”… cada tema era una cápsula de ácido envuelta en cuero negro. 10 de los 12 temas de Lysergic Emanations sonaron ante un público completamente enlatado, pero entregado.

Llega el primer bis. Protrudi se acercó al micro, sudando como un predicador en llamas, y cantó y nos hizo cantar “Cumpleaños Feliz” a su hija Twila junto con toda su parroquia. Un momento íntimo, surrealista, casi tierno, justo antes de lanzarse a “Black Lightening Light” (cover de Johnny & The Shy Guys) y cerrar con un fragmento de In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly que nos dejó sin aliento.

Pero aún quedaba más. Y posiblemente quedaba lo mejor: “Cinderella”, “Strychnine” y “She is Wicked”. Protrudi ya casi sin voz, con la camiseta empapada, los ojos vidriosos, y ese gesto de quien sabe que lo ha dado todo. Todo. Un bolo absolutamente épico, como si el fuzz fuera religión y nosotros, los fieles.

Como diría Antonio J. Reyes: “lo del 14 de octubre en Sala X fue muy gordo”. Aquello se convirtió en un tugurio neoyorquino por una noche. Calor, sudor, cerveza caliente… y ese logo desenfocado que, lejos de molestar, nos recordó que la suciedad también es estética. Y que el rock, cuando es de verdad, no necesita filtros.

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